Categoría: AUTOCUIDADO

Un lugar para sentir

Una esterilla, un lugar o un punto en el universo, da igual, pero aquel en el que consigas pararte, desconectar del mundo, conectar contigo y sentir… Antes de que pienses me piro que esta tía está «modo intensidad mística….», te pongo en contexto:

«Ahora mismo mientras escribo este email tengo a dos niños al cargo de los abuelos (tocando en la puerta cada 2 minutos) corriendo, jugando y berreando (normal, como niña y niño que son), el sonido de su tele de fondo, y ADEMÁS en mi cabeza retumba el corre-corre del día a día, lo que hice hoy, lo que tengo que hacer mañana, y el piiii piiii del móvil, (hasta hace un segundo que me he calentado, y lo apagué porque ha pitado quince veces)«

Si me preguntas ahora… ¿oye Casi, cómo estás?, pues mi respuesta es… Ufff, que suena raro, pero me imagino que me entiendes.

Yo qué sé cómo estoy… lo más que te puedo decir: bien o mal.

Imagina que en lugar de escribir un email, necesito tomar una decisión, más o menos importante, da igual, constantemente estamos tomando decisiones, desde qué vas a comer ahora, cómo vas a dar servicio a un cliente, o cómo te diriges a las personas que te rodean, hasta interpretar las métricas de tu negocio y tomar acción en consecuencia.

¿Cómo crees que se puede tomar una decisión alineada, coherente y
sensata con semejante carga en la cabeza?

( . . . )

¿Complicado, verdad?
Si no puedo conectar con lo que siento, ¿Cómo voy a saber lo que necesito?

Este es el momento en el que yo recurro a mi piedra de sentir.

Me calzo las zapatillas, me pongo mis airpods, voy a mi lista de Spotify, y salgo a andar a la playa, respirando hondo, llevando conscientemente mi atención a mi respiración y disfrutando el olor a salitre.

A los 10-15 minutos de paseo llego a mi piedra favorita en la que suelo estar completamente sola. Está en el extremo más alejado del pueblo, a mi derecha está la playa, y frente a mí el horizonte. Vuelvo a llevar conscientemente mi concentración a la música que estoy escuchando, a los colores del atardecer, al ir y venir del mar, a los barquitos de pesca que llegan al puerto, y conecto con mi cuerpo observando ¿qué siento a nivel físico? >> quizás tensión, malestar, molestia, plenitud, lo que sea… Observo los pensamientos que surgen, sin buscar los porqués, sin juzgarlos, sólo dejando que estén.

Y poco a poco, dónde SÓLO había angustia, estrés, malestar (lo que sea), se  va abriendo paso la calma. Y ahora sí. Ahora sí puedo PENSAR. Quizás el malestar sigue ahí, quienes sentimos ansiedad, no siempre conseguimos que se vaya la sensación de inquietud y ahogo, pero sí baja de intensidad y podemos dejar espacio a la calma que necesitamos para pensar.

Ahora sí, puedo conectar conmigo con mi creatividad y razonar desde mi necesidad, valorar opciones posibles, pros y contras, y decidir que sí y que no voy a hacer. Y te prometo que es sanador para mí, después de este ratito vuelvo a casa nueva, y sí tomo mejores decisiones.

Me encantaría saber si tú también te regalas un tiempo y un lugar para sentir, o si no lo conocías, y  lo pones en práctica, responde a este email y dime cómo te ha ido. Yo siempre lo recomiendo porque literalmente me ha cambiado la vida.

Te mando un fuerte abrazo, Casi ❤

Si quieres recibir estos emails directamente en tu bandeja de entrada, únete a mi lista aquí.